El domingo 11 de agosto de 2013 estos dos microrrelatos fueron seleccionados y publicados por el Diario Sur en el concurso de microrrelatos que viene organizando desde hace varios veranos.
Espero que os gusten.
MANUEL
-Hola Manuel. ¿Y Teresa? –le preguntaban a veces.
-Está comprando –decía con esfuerzo.
En aquel banco esperaba que su adorada Teresa regresara con el carrito. Manuel no era joven, y tenía su cuerpo dañado; Teresa decidió quedarse a su lado cuando la mitad de él se murió.
Ella le amaba con locura, le sacaba del ridículo piso todos los días. El ejercicio y el aire le hacían bien.
Dos tardes por semana le dejaba en su banco, mientras compraba.
Desde allí contemplaba la gente, caminando. También los coches, las motos, las luces. A Manuel le gustaban las luces, y aquel atardecer tuvo suerte; pasaron dos ambulancias y la policía.
Teresa no regresó, uno de aquellos coches derramó las compras y su sangre sobre el asfalto. Manuel la esperó toda la noche.
-Manuel, siento mucho lo de Teresa –escuchó, ya de mañana.
Una lágrima resbaló por su mejilla.
-Está comprando.
TERESA
Un par de tomates maduros, para ensalada, y una bandeja despachurrada con tres cogollos de lechuga.
Una lata de anchoas, de las baratas, que a su Manuel le encantan, pero la pensión no da para más, y un poco más lejos dos naranjas que salieron rodando.
Un cartón de vino tinto… de ese que tiene nombre de santo, en oferta, para que su marido tome un vasito en la cena… junto a la acera.
Y otro cartón, reventado, aprisionado bajo el cuerpo roto de Teresa, de leche desnatada, por lo del colesterol, que va derramando su blanco contenido, manando, como blanca sangre, por al lado de su cabeza.
También, a unos metros del paso de cebra, un monedero, viejo y vacío, con una foto de Manuel sentado en su banco.
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